¿QUE SON LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA?
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Cada 30 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Esta propuesta pretende visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias y huir de la estigmatización y el exceso de juicios sociales que, de forma frecuente, rodean a este tipo de enfermedades.
¿QUE SON LOS TCA?
Los TCA, o Trastornos de la Conducta Alimentaria, lo forman un conjunto de patologías que se caracterizan por un comportamiento alterado de la conducta ante la ingesta de alimentos y una grave obsesión por el peso y la figura. Son trastornos que afectan al estado físico y mental de la persona, con graves consecuencias para la salud, así como para el funcionamiento psicológico y social de la persona y, por tanto, en su relación con el entorno.
La persona afectada muestra una fuerte preocupación en relación con el peso, la imagen corporal y la alimentación, entre otros. Debido a estas alteraciones alimentarias, se pueden desencadenar enfermedades físicas importantes y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte (siendo las causas más frecuentes el suicidio o la desnutrición).
Un rasgo habitual de estos trastornos es la falta de conciencia de enfermedad por parte de la persona afectada. Esto significa que la persona afectada no es capaz de identificar las consecuencias negativas del trastorno, ni de la necesidad de hacer tratamiento, ni tampoco los beneficios del mismo. Este hecho dificulta la adherencia al tratamiento en algunos casos. En este proceso es imprescindible el papel de la familia y el apoyo de éste a la persona afectada.
Aunque los TCA son más habituales en mujeres (9 de cada 10 casos son mujeres), afectan a ambos sexos. De hecho, cada vez encontramos más casos de hombres que sufren un TCA. También se diagnostican en personas de todas las edades. La adolescencia es la etapa de mayor riesgo para padecer un TCA, pero cada vez nos encontramos con casos en los que se inicia un TCA en una edad muy temprana, alrededor de los 8 o 9 años. Está presente en todas las edades sin importar sexo o condición social.
TIPOS DE TCA
La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) más conocidos, pero también existe el trastorno por atracón, la vigorexia, entre otros.
Anorexia: se define como un trastorno de la conducta alimentaria que conlleva la pérdida del apetito o falta de deseo de comer por alguna causa o síntoma, y, en consecuencia, una pérdida de peso significativa. La obsesión por el estado físico o por el peso y/o la figura, deseando la extrema delgadez puede llevar a realizar largos ayunos, en algunos casos también provocando la pérdida de peso mediante conductas purgativas.
Bulimia: es un trastorno alimentario y psicológico caracterizado por la pérdida de control respecto a la ingesta de alimentos. Es decir, los conocidos más comúnmente como atracones constantes de comida, que pueden ir seguidos de conductas purgativas para compensarlos, como auto provocarse el vómito, causados por una obsesión constante por el aspecto físico.
Trastorno por atracón: se caracteriza por la presencia de episodios de atracones de manera recurrente. Este trastorno, aunque comparte ciertos factores con la bulimia, como los atracones provocados por la pérdida de control que sufren ante la comida, no se caracteriza por buscar eliminar el peso supuestamente ganado por esta ingesta masiva de alimento, por lo que no se presentan conductas compensatorias como auto provocarse el vómito.
Vigorexia: La vigorexia da nombre a un trastorno provocado por la obsesión por ganar masa muscular y eliminar cualquier índice de grasa corporal. Por esto, el principal síntoma más notable es el ejercicio físico constante, la asistencia obsesiva y compulsiva al gimnasio o al lugar en el que se ejercite físicamente.
FACTORES DE RIESGO PARA PADECER UN TCA
Son aquellos que facilitan la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria. Pueden ser factores individuales, familiares y sociales. La combinación de estos diferentes factores de riesgo puede provocar el desarrollo y mantenimiento de la enfermedad.
Entre los factores individuales, podemos destacar la predisposición genética y los entornos familiares y sociales, determinados rasgos psicológicos como una autoexigencia elevada o un perfeccionismo obsesivo, la baja autoestima y una imagen corporal negativa.
Los factores familiares más implicados en el desarrollo de un TCA son un ambiente familiar desestructurado o una dinámica familiar excesivamente rígida, controladora y exigente. También experiencias vitales estresantes como un cambio traumático en la estructura familiar.
Por último, tienen un peso muy importante en el desarrollo de los TCA los factores sociales como son el modelo de belleza y la presión social respecto a la imagen. Estos dos factores combinados tienen una clara influencia en la aparición de TCA. Por otra parte, determinados deportes o profesiones, como la danza, por ejemplo, pueden favorecer la aparición de TCA debido al trato que hacen de la imagen en la práctica de este deporte. Otros deportes de riesgo son aquellos en los que se compite por categorías de peso. También son grupo de riesgo todas aquellas personas que ejercen profesiones relacionadas con el mundo de la moda, espectáculo y / o televisión / cine, ya que la profesión a menudo ejerce presión en cuanto a tener una determinada imagen.
SEÑALES DE ALERTA
Para diagnosticarla es indispensable que la persona que parece estar sufriéndolo sea evaluada por profesionales de la salud mental. Existen ciertas señales de alarma ante las que es recomendable que se consulte con un profesional.
En relación con la alimentación: uso injustificado de dietas restrictivas, estado de preocupación constante por la comida, sentimiento de culpa por haber comido, irse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida, evitar comidas en familia, encontrar comida, restos de esta o envoltorios escondidos, por ejemplo, en la habitación o en la basura.
En relación con el peso: pérdida de peso injustificada, miedo y rechazo exagerado al sobrepeso, práctica de ejercicio físico de forma compulsiva con el único objetivo de adelgazar, práctica del vómito autoinducido, consumo de laxantes y diuréticos…
En relación con el comportamiento: alteración del rendimiento académico o laboral aislamiento progresivo, aumento de la irritabilidad y agresividad, aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad, comportamientos manipuladores y aparición de mentiras.
El diagnóstico y el tratamiento oportuno son fundamentales y éste último debe ser interdisciplinario, es decir, con la intervención de un equipo de profesionales médicos, enfermeros, psicólogo, psiquiatra, nutricionista, profesores de educación física, acompañantes terapéuticos, según los requerimientos de cada paciente y el abordaje particular de cada caso según los síntomas presentes. Además, no sólo el paciente necesita orientación y seguimiento sino también su entorno familiar, el cual se ve afectado.
La prevención en las infancias es la clave para evitar la aparición de estos trastornos en la adolescencia. Por eso, es importante inculcar desde niños y niñas ciertos valores y actitudes hacia la comida y la importancia de llevar una alimentación adecuada y equilibrada.